Tuesday, May 12, 2009

Un Llanto Frustrado


Ayer quise llorar y no pude. Con todas mis fuerzas traté que de mis ojos salieran lágrimas, pero ellas, imperturbables ante mi dolor, y riéndose de la angustia ante la cual mi corazón sucumbe, se rehusaron a darme un poco de la calma de la cual necesito tanto. Me sentí extraño, como un vil payaso que sin aflicción o pena alguna a llorar a un muerto se presenta. Me sentí solo, en una casa llena de muerte, de dolor, de moho que se aferra con firmeza a la húmeda y envejecida pared.

Ayer quise llorar y no pude; quizá porque mi corazón ya no está en paz, y todos saben que para poder llorar es necesario que el corazón se embriague de calma.

Sin embargo, cuando pueda llorar, no lloraré por ti, no lloraré por nadie. Lloraré porque lo necesito, porque realmente lo necesito.

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